No todo lo que nos ha traído la cuarentena ha sido malo. Quedarse en casa por la pandemia del coronavirus ha tenido, y tendrá en el futuro, secuelas de todo tipo: psicológicas, económicas, sociales, sanitarias… No sabemos cómo nos va a cambiar la vida ni hasta qué punto lo hará cuando pase esta situación, pero algunas de las consecuencias que ya se pueden sentir son positivas.

Una de ellas es que hemos tenido más tiempo para cocinar. Al no poder comer fuera por razones de trabajo ni ocio, pues los restaurantes, bares y cafeterías han estado cerrados, nos hemos visto obligados a tener que cocinar más. Y eso ha redundado en una mayor preocupación por la calidad de los alimentos que usamos para preparar nuestras comidas. Hemos sido más selectivos a la hora de hacer la compra porque ahora la salud nos preocupa más.

Por ello, el consumo de aceite de oliva durante el pasado mes de marzo ha repuntado en España de forma espectacular. Se vendieron 57.100 toneladas de AOVE, casi 7.000 más que durante el mismo mes del año pasado. Además, es el mejor dato de ventas de marzo de los últimos cinco años.

Son cifras de la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA), difundidos por Aceites de Oliva de España.

Estas cifras son corroboradas por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, que, en su análisis sobre el consumo en el hogar, afirma que las ventas de aceite de oliva se dispararon un 133,4% en la semana del 9 al 15 de marzo, justo en los días en que se declaró el estado de alarma.

A partir de ahí, el crecimiento durante las siguientes cinco semanas ha sido sostenido, llegándose a dar picos de hasta un 29% en algunos momentos.

Por otro lado, Aceites de Oliva de España ha valorado el esfuerzo realizado por el sector para que hubiera abastecimiento de la demanda nacional en este periodo, ya que ha sido capaz de triplicar turnos de envasado y contar con la logística y distribución necesarias para hacer llegar los aceites de oliva a todos los consumidores nacionales.

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